Ascaris lumbricoides es un nemátodo parásito del intestino delgado del hombre, muy frecuente en países subdesarrollados. A este gusano se le llama también lombriz intestinal por su forma alargada que lo asemeja a la lombriz de tierra. En el cerdo se encuentra una especie prácticamente idéntica, llamada Ascaris suum.
La ascariasis constituye un problema de salud pública en situaciones con condiciones higiénicas inadecuadas del agua y alimentos. El contagio se produce por la ingestión de los huevos, que se eliminan con las heces; una vez maduran en el medio ambiente hasta formar la larva de tercer estadio (L3), lo que ocurre en algunas semanas, según las condiciones climatológicas. Los huevos son enormemente resistentes respecto al calor extremo y la desecación, por lo que pueden sobrevivir varios años en ambientes húmedos y templados. Posee una gran resistencia metabólica y una gran capacidad de reproducción, lo que explica la gran incidencia de casos en la que infecta al humano. Es el mayor nemátodo que parasita al hombre, llega a medir 25 cm aproximadamente. Las hembras de Ascaris son mayores que los machos y miden de 25 a 35 cm, mientras los machos mide solo de 15 a 30 cm.
Una vez ingeridos, los huevos infectantes llegan al duodeno, donde son atacados por los jugos digestivos, dejando en libertad a las larvas. Estas larvas (que poseen gran movilidad) penetran en la mucosa duodenal, llegando a la circulación portal y dirigiéndose de allí al hígado, donde regularmente permanecen entre 72 a 96 horas. Posteriormente continúan su migración hacia el corazón, pasando a los pulmones a través de la circulación pulmonar, hasta llegar a los capilares pulmonares, donde quedan atrapadas. Allí, las larvas rompen el endotelio capilar y penetran en los alvéolos, ascendiendo por bronquiolos y bronquios a la faringe. En ese lugar las larvas son deglutidas, y vuelven nuevamente al duodeno, donde terminan su proceso madurativo y se convierten en gusanos adultos. La maduración de los parásitos se completa diferenciándose en machos y hembras adultos. Luego se produce el acoplamiento, y las hembras depositan sus huevos (en número de 200.000 a 240.000 por día) aproximadamente 2 meses después de la ingestión del elemento infectante. Los huevos son expulsados con la materia fecal al medio ambiente, donde pueden sobrevivir aun en condiciones perjudiciales, favoreciendo así la perduración del parásito. Estos huevos se desarrollan en el suelo en un plazo de 2 a 3 semanas, dadas ciertas condiciones favorables de temperatura (22 a 33 ºC), presencia de oxígeno, humedad, sombra y suelos arcillosos. Son resistentes a las bajas temperaturas, desecación, ácidos fuertes y formol; en suelos sembrados persisten entre 7 y 12 años. Con la desecación, el polvo que vuela con las corrientes de aire los transporta y son inhalados y/o deglutidos. En estos ambientes se han recuperado huevos de mucus nasal, papel moneda, tierra de macetas, polvo de habitaciones, etc.
Entre los síntomas están:
- Dolor agudo e inflamación extrema del abdomen.
- Vómitos y náuseas frecuentes.
- Diarreas crónicas.
- Síndrome de mala absorción.
- Pancreatitis.
- Anemia.
- Falta de crecimiento y desarrollo adecuados a la edad.
El diagnóstico, se realiza después de elaborar la historia clínica, contemplando los hábitos higiénico-dietéticos de la persona y realizando exámenes parasicológicos, para identificar los huevos. También se hace por el análisis de las lombrices eliminadas en la materia fecal y se son visibles.
Otro tipo de estudios son los del análisis del contenido del estómago o de las secreciones respiratorias en donde pueden encontrarse algunos parásitos que anden rondando por el torrente sanguíneo.
Cuando no se descubren con los estudios de laboratorio, será necesario realizar radiografías o ecografías que permitan ver al parásito.
El tratamiento consiste en medicamentos antiparasitarios y el cuidado de la higiene de los alimentos y del agua se está consumiendo.
Para prevenirlos es necesario.
- Lavar y desinfectar bien las frutas y verduras, sobre todo las de hoja y las hortalizas, que se deben colocar al chorro de agua durante un buen rato para que los huevecillos sean eliminados. Se pueden remojar un momento en agua con dos gotas de cloro.
- Cocer bien los alimentos
- Hervir el agua para consumo
- Lavar bien las manos antes de tocar, preparar o comer y después de ir al baño.
- No defecar en áreas de cultivo.
- Dolor agudo e inflamación extrema del abdomen.
- Vómitos y náuseas frecuentes.
- Diarreas crónicas.
- Síndrome de mala absorción.
- Pancreatitis.
- Anemia.
- Falta de crecimiento y desarrollo adecuados a la edad.
El diagnóstico, se realiza después de elaborar la historia clínica, contemplando los hábitos higiénico-dietéticos de la persona y realizando exámenes parasicológicos, para identificar los huevos. También se hace por el análisis de las lombrices eliminadas en la materia fecal y se son visibles.
Otro tipo de estudios son los del análisis del contenido del estómago o de las secreciones respiratorias en donde pueden encontrarse algunos parásitos que anden rondando por el torrente sanguíneo.
Cuando no se descubren con los estudios de laboratorio, será necesario realizar radiografías o ecografías que permitan ver al parásito.
El tratamiento consiste en medicamentos antiparasitarios y el cuidado de la higiene de los alimentos y del agua se está consumiendo.
Para prevenirlos es necesario.
- Lavar y desinfectar bien las frutas y verduras, sobre todo las de hoja y las hortalizas, que se deben colocar al chorro de agua durante un buen rato para que los huevecillos sean eliminados. Se pueden remojar un momento en agua con dos gotas de cloro.
- Cocer bien los alimentos
- Hervir el agua para consumo
- Lavar bien las manos antes de tocar, preparar o comer y después de ir al baño.
- No defecar en áreas de cultivo.